y arranco la costra de mi piel
la herida de mi ser, como
si fuese una
de las capas de una cebolla
y busco, rasgando el hueso de ese fruto,
el tintineo de las agujas
de una brújula de sueños rotos
y aún, a estas alturas, sigo creyendo
que algún día de estos
podré estar en uno de esos amaneceres que cuelgan
de la pared
y no sé qué hay que hacer
si cuando a veces "dejarte llevar" puede
o no significar ser uno mismo
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